Estoy haciédome fotos para documentar mi caso de cáncer.
Y soy un poco exagerada,¡ tengo tres pelucas!.
Intento reirme de mi misma, por esto hago muecas a la cámara.
Tengo dos opciones:
- Amargarme, no aceptarlo.
Verme feísima, sin cabello, sin cejas, sin pestañas, alicaída por el tratamiento tan agresivo, tan cansada…
Si salir de casa, apenas, recreándome en mi desgracia…
Poniéndome un pañuelo, para no verme, o ir con mi cabeza pelada al aire por la calle, pregonándo a los cuatro vientos que estoy enferma de cáncer…
- Intentar llevarlo de la mejor manera posible.
Intentar verme maja, lo más guapa posible.
Las dos alternativas son aceptables. Una veces puedes elegir, otras veces no.
Unas veces podemos ordenar a nuestros pensamientos y mente consciente, es cierto. Pero he de reconocer, que otras…no puedes contigo.
En este caso, yo creo que lo llevo bien, pero no tiene ningún mérito, es algo incomprensible, ni yo misma lo entiendo.
Síndrome de pelo de mierda
He querido compartirlo con otras mujeres como yo, que tienen cáncer, o con otras mujeres que sufren el
“síndrome de pelo de mierda”. Ja ja
He descubierto:
- que hay soluciones para casi todo,
- que no hay que quejarse y esperar que vengan las soluciones de fuera,
- que es más divertido, entretenido y apasionante ¡buscar tus soluciones a los problemas que te surgen”.
Igual que es frustrante lo contrario, que tú busques soluciones y te torpedeen, te acribillen y disparen. (Como me sucedió en el trabajo).
El tiempo da la razón.
Me doy cuenta de la importancia del pelo en las mujeres. Te cambia por completo.
Os lo voy a demostrar.
Me levanto, horrorosa.
Si cejas, sin pelo…alienígena total.
Y así estoy más sueca, más veraniega.
Pero yo soy así.
Y cuando supere el cáncer…
Venga, no hay mujer fea, sino mujer vaga (o marido pobre, como dice mi madre).